Conocí a alguien. Desde hace unos meses hablábamos, pero no le daba una oportunidad porque tú me gustabas mucho, y aunque no fuéramos nada, no quería arruinarlo. Él es bueno, me entiende, me ha escuchado hablar de ti, llorar por ti. Sabe de mis problemas de depresión y ansiedad, sabe lo lastimada y rota que estoy, ha visto lo inestable emocionalmente que me encuentro en este momento, y a pesar de ello, no me ha abandonado. Le tengo mucho aprecio, y desearía poder sentir aunque sea la cuarta parte de lo que sentí contigo, con él. Me odio por eso. Porque lo estoy usando, porque me gusta coger con él, porque me hace sentir bella y amada, pero mis sentimientos están congelados, guardados, sin querer salir y volver a exponerse.